Compromiso por África.


Hace nueve años tuve la oportunidad de hacer algo que no habia podido hacer de más joven pero que siempre me había apetecido, bajar conduciendo mi propio coche a África. Lo clásico, un Peugeot de segunda mano con miles y miles de kilómetros, unas cuantas piezas de repuesto y a la carretera. Para ilustrar este viaje fantástico, comentar que la primera avería la tuvimos en Ceuta… Pero de este viaje hablaré otro día. Hoy quería escribir de otro aspecto del viaje, en el transcurso del cual hubo una cosa que me impresionó especialmente y fue conocer a una pareja de europeos, no consigo recordar su nacionalidad, muy especial. En esos días de noviembre y mientras intentábamos vender nuestro viejo coche en la ciudad senegalesa de Ziguinchor, vivíamos en casa de una amiga que trabajaba en UNICEF. Era un gran casa en la que estábamos solos, aquellos días nuestra amiga estaba trabajando para lograr un acuerdo tribal en contra de las mutilaciones genitales femeninas, y según sabíamos, en la casa, vivía esporádicamente una pareja de europeos. Estos chicos, conducían una furgoneta e iban de pueblo en pueblo proyectando un cortometraje sobre los peligros de las minas antipersonas, en aquella época la región de la Casamance estaba en conflicto con los Diola y los campos de minas tendidos por el ejército y la guerrilla ocupaban grandes zonas. La labor me pareció digna de elogio por su grado de compromiso.
Uno de aquellos días, estaba asomado en la terraza viendo el discurrir del río Casamance, cuando vi llegar la furgoneta de estos chicos, se paró, destartalada como todos los vehículos que circulan por África, y de ella bajó en primer lugar una silla de ruedas... Vivir en África siempre es duro, hacer labores humanitarias y de concienciación es arriesgado ya que siempre molestas a alguien, pero además el chico era parapléjico. Tuve oportunidad de charlar con ellos, no todo el tiempo que hubiera querido, ellos continuaban su periplo de pueblo en pueblo, pero sí el suficiente para poder comprender la ilusión, el empeño y las ganas de vivir que él y su pareja habían puesto en ese proyecto. No recuerdo su nombre ni su nacionalidad pero me dejaron un recuerdo imborrable y desde aquí quiero hacer un humilde homenaje a todas las personas, que como ellos, realmente se dejan la piel por los demás, lejos de publicidad, donativos y grandes presupuestos, aportando su granito de arena sobre el terreno.
JAM

Comentarios

okakene ha dicho que…
Coincido contigo, lo mejor de los viajes es la gente que conoces. Yo he hecho grandes amistades en dos días, que aún conservo, los viajes unen de verdad. Hay muchos de los que tampoco recuerdo sus nombres, pero siempre tendrán un huequito en mi memoria y en mi corazón.
Muy interesante lo que cuentas; resulta admirable que haya gente así, ya lo creo.

Tu fotografía -tengo unas parecidas en las playas de Yoff, en Dakar- y tu estancia en Ziguinchor me ha traido buenos recuerdos de cuando viajé a aquella parte de Senegal.

Un saludo.

Víctor

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