Sri Lanka, Asia tranquila IIª parte.


Nuestro siguiente destino fue, la capital religiosa del país, Kandy. En ella se celebra uno de los festivales más famosos del mundo, durante diez días de julio o agosto, según el calendario lunar: el Esala Perahera. Cientos de elefantes engalanados y miles de danzarines celebran la exhibición pública de un diente del maestro Siddarta Gautama Buda, la sagrada reliquia guardada desde tiempo inmemorial en el templo Dalada Maligawa, con procesiones diarias de horas de duración, gentes de todo el país acuden hasta aquí y viven día y noche en una celebración constante.
Como es norma en el país, el paisaje es frondoso y variado, lo que hace de los desplazamientos por carretera una experiencia agradable, no exenta de algún sustillo con el tráfico. La ciudad se levanta entre colinas verdes y rodea un lago, su clima es fresco y saludable. Como en días anteriores hemos vivido lo que son lluvias tropicales…
Sobre las 19 horas cada día hay ceremonias en el templo Dalada Maligawa y es la oportunidad, para los que no hemos viajado durante el festival Parahera, de ver el relicario que encierra el diente. Ya de noche y tras pagar la correspondiente entrada, recorres unos centenares de metros hasta alcanzar las puertas del recinto, la música monótona y el recitar de mantras es el ruido de fondo que te acompaña, el templo es moderno pero es grandioso, con salas repletas de figuras de Buda. El punto culminante, es la sala donde se encuentra el relicario que contiene los restos sagrados. El ambiente es de celebración luces, música… una visita que recomiendo a todo el mundo por lo agradable y relajada que resulta.

Uno de los atractivos de Kandy es su jardín botánico. Se extiende próximo a la ciudad y ocupa unas 59 hectáreas, es reconocido internacionalmente por contar con casi 4000 especies distintas y una magnífica colección de orquídeas. Largos paseos a la sombra de impresionantes arboles te dan pie a una visita distendida que bien te puede ocupar 2 o 3 horas.
Nuestro siguiente destino fueron las tierras altas del país, donde se cultiva el mejor té del mundo. Dejamos temprano Kandy para evitar las lluvias de la tarde. La carretera poco a poco va tomando altura y el clima se refresca notablemente. Las plantaciones de té cubren las laderas y entre esos campos perfectamente roturados se ven los sombreros de paja de los recolectores. Finalmente llegamos a Nuwara Eliya, la siguiente etapa de nuestro viaje.
JAM

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