Nepal nos necesita

Todas las tragedias son dolorosas pero cuando algo te une intensamente a ese país o a esa gente que sufre, el dolor es más intenso. Y eso es lo que me ocurre desde el pasado viernes, cuando la naturaleza decidió mostrar su furia en Nepal y acabar con miles de vidas y destruir una gran parte de su patrimonio cultural.

Desde el año 1979 que tuve la oportunidad de visitar ese país por primera vez, me ha unido a él un cariño especial. En sus montañas he pasado mucho tiempo caminando y compartiendo la vida sencilla de sus gentes, sherpas o cualquiera de las otras etnias que allí habitan. Personas hospitalarias, valientes y desinteresadas como pocos, que siempre te ofrecen una sonrisa. Sin ellos, sin su ayuda, no me habría posible llegar ni tan lejos ni tan alto.

Fue en un restaurantito de Kathmandú donde cayó en mi mano un folleto de una agencia italiana que ofrecía unos viajes denominados de “trekking”. Everest, Annapurna, Kantchenjunga… todos esos nombre que para mi eran míticos, aparecían en las páginas de aquel folleto. En aquel momento pensé que esa actividad, aún desconocida en España en aquel momento, podría ser la que me ocupara el resto de mi vida.

Con el paso de los años he visto como ha ido cambiando la vida en Kathmandú, como los pequeños hoteles y tea shop que ocupaban la freak street la abandonaban para colonizar el nuevo barrio de Thamel, como poco a poco se llenaban sus caóticas calles de vehículos  desplazando a los rickshaw y como la contaminación ocultaba las montañas nevadas. Pera la vida seguía frenética y en las calles se mezclaban las chaquetas de goretex con las túnicas azafrán de los monjes budistas.

Pasada la guerra civil que tanta miseria y desolación le trajo, Nepal comenzó un desarrollo basado en el turismo de trekking y cultural que ocupaba a casi 500.000 personas y aportaba 1.500 millones de dólares de ingresos al país (datos de 2013). Todo esto se vino abajo el pasado viernes cuando la tierra tembló.

Nepal nos necesita y más allá de la ayuda económica que podamos mandar, van a necesitar que sigamos yendo a caminar por sus montañas y sus valles, que podamos seguir trabajando junto a ellos para que nuevamente el dinero que tanto necesitan fluya y llegue a todos los rincones del país. 

JAM

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