DESIERTOS: algo que hay que vivir al menos una vez en la vida.


Hace unas semanas, organicé un viaje al Sáhara argelino, en concreto a la zona del Tadrart, era un viaje para un solo viajero y este solitario aventurero, resultó ser el hijo de la persona con la que realicé mi primera actividad por el desierto: Toño.

Si la memoria no me falla, fue en navidad del año 1980, cuando organizamos nuestro primer grupo a la zona del Hoggar, en el sur de Argelia. En aquella época, un maquiavélico cambio de divisas convertía a este país en uno de los más caros del mundo y hacía imposible plantearse contratar cualquier actividad localmente. Nosotros diseñamos nuestra propia logística, innovadora en su momento, y bajábamos nuestros propios vehículos y recogíamos a nuestros clientes en el aeropuerto de Tamanrrasset, era una larga travesía de unos 3500 kms por trayecto pero la “aventura” es así. Nuestro chofer en aquella ocasión fué Toño, el ya llevaba a sus espaldas la experiencia de haber atravesado el desierto varias veces conduciendo su propio vehículo. Había recorrido Malí, el rio Níger, la carretera transahariana… En síntesis: un gran viajero al estilo de aquellos tiempos; para mí fue toda una suerte tener la ocasión de poder viajar con él. Tengo que reconocer que el vehículo que utilizamos no era el más apropiado para aquella ruta, era una furgoneta Mercedes MB 130 de ocho pasajeros, pero las manos de Toño y los riñones de todos los demás, permitieron hacer el tour del Hoggar, aunque en alguna cuesta, mientras empujábamos el coche, nos acordáramos de “todo”. La revista de Mercedes publicó un artículo de varias páginas relatando nuestra aventura a bordo de aquel vehículo, más propio de otras actividades que para el uso que nosotros le dimos.

Desde aquel momento me enamoré de los desiertos, otra afición a añadir a la de la montaña. Con los años, y después de acumular decenas de rutas y de visitar un buen montón de paises, me sigue pareciendo un ecosistema único y una experiencia imprescindible en la vida de un viajero. A mucha gente la palabra desierto les sugerirá monotonía, vacío, la nada… Para mí, el desierto es sinónimo de grandes espacios, de paisajes infinitos, de noches donde el cielo se cuaja de estrellas.
Contra lo que pueda parecer el desierto es cambiante, lleno de contrastes, de mares de dunas, de “hamadas” de piedras donde nada levanta diez centímetros en el horizonte, de oasis llenos de vida. La sensación de subir a una duna, la más alta que encuentres y disfrutar del impresionante y cada día anhelado silencio, sentarte, con los pies desnudo en la arena, a ver la puesta de sol, esto es algo que hay que vivir al menos una vez en la vida.
JAM

Comentarios

Lienzo tierra ha dicho que…
Encantada de conocer tu blog. Qué de aventuras!!

El desierto sí, impresionante. Como bien dices "grandes espacios, de paisajes infinitos, noches donde el cielo se cuaja de estrellas". Qué mágico ¿verdad?

¡Cuántos lugares me quedan por conocer! Te sigo por el Facebook.

Saludos!

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